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El pueblo Pastún, etnia con mayor peso en la región del actual Pakistán y Afganistán, representa aproximadamente el 40% de la población de este último y según varios autores es uno de los más antiguos pobladores de este territorio. Los Pastún manejan un código de carácter consuetudinario denominado el pashtunwali, este código debemos leerlo como la argamasa que mantiene no solo la unidad, también las tradiciones, normatividad y espíritu de la etnia. A esta etnia pertenecen los Talibanes, grupo fundamentalista que recientemente ha re conquistado el poder en Afganistán.

Hagamos memoria. Durante la expansión musulmana del siglo VII d. C. la región fue islamizada y acogió la tradición sunní, una de las dos grandes vertientes del islam, que bien se supo conjugar con las tradiciones conservadoras de los pastunes y el pashtunwali mencionado anteriormente.

Con estos elementos socio culturales, la célula familiar ligada a un código y un pueblo ligado a una religión, podemos abordar el actual escenario de Afganistán. Vale aclarar que nos centraremos en su historia contemporánea, desde el siglo XVIII hasta lo corrido del siglo XXI.

 

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Durante el siglo XVIII enfrentándose al imperio safawida de origen persa (actual Irán) diversas facciones del pueblo pastún lograron vencerlo permitiendo la formación del actual Afganistán. Al llegar el siglo XIX igual suerte que los safawidas tuvieron los británicos quienes fueron expulsados violentamente del territorio. En los dos escenarios no faltaron las luchas y contradicciones intestinas entre grupos pastún y otros pueblos que ocupaban el territorio, todas ellas en torno a la participación y poder de decisión en la política del naciente Estado-nación. Con el paso del tiempo la capacidad de lucha y el poder político de los pastunes tomó relevancia.

En el siglo XX en el marco de la Guerra Fría, que enfrentó a soviéticos y norteamericanos, se dio el surgimiento de un nuevo actor, actor de origen pastún, que no solo imprime su sello en el actual Afganistán si no que se hizo eco en los medios y las discusiones de todo nivel, los Talibanes. Fundamentalistas musulmanes cuyo nombre significa los Estudiantes. Educados en las madrasas, escuelas de formación islámica, fueron aliados de EE.UU. para frenar la avanzada soviética sobre esta región de Asia. Con sus prácticas sunníes, una ortodoxia moral y el apoyo de las fuerzas occidentales lograron expulsar al invasor en 1989; no se podía ver con buenos ojos una hibridación entre el comunismo y los dogmas del buen musulmán.

Los Talibanes apoyándose en, el Corán, la Sharía y con sólidos conocimientos en el pashtunwali reforzaron su presencia y desde 1996 implantaron un modelo de sociedad que a todas luces resultaba contraria a las lógicas occidentales contemporáneas de libertad y democracia.

Los medios se volvieron a ocupar de la región y empezaron a mostrar aterradoras imágenes del régimen Talibán, destruyendo monumentos patrimonio de la humanidad, niñas sin derecho a la educación y la cotidianidad afgana con hombres obligados a dejar crecer su barba, mujeres cubiertas por un velo de pies a cabeza, y la prohibición de cualquier estilo o moda occidental.

En el amanecer del siglo XXI los ataques del 11 de septiembre sobre el World Trade Center, marcaron un nuevo norte en la forma y objetivo de la guerra. El gobierno de EE.UU. señaló un nuevo enemigo, el terrorismo internacional. En el caso particular que abordamos, el terrorismo fundamentalista islámico, que como todo indicaba tenía su refugio en el Afganistán de los Talibanes.

En la montañosa región fronteriza de Afganistán y Pakistán, quizá entre inmensos cultivos de Amapola, con mujeres cubiertas por sus burkas y con la seguridad que ofrecen los muyahidines, Osama Bin Laden, cerebro de la operación más letal sobre suelo norteamericano se mantenía oculto mientras era señalado como el enemigo público número uno de occidente.

Pasar de ser aliados de los americanos contra los soviéticos a ser terroristas les tomó apenas unas décadas. Los Talibanes se volvieron un objetivo militar en una de las guerras más costosas y parece ser menos fructíferas de las diferentes intervenciones norteamericanas allende sus fronteras.  Ni todo el aparato militar desplegado, que contó con fuerzas de varios países, ni la inteligencia lograron acabar con el grupo fundamentalista. Recordemos que incluso el abatimiento de Osama se dio en Islamabad capital de Pakistán. El islam sunní ultra ortodoxo se atornilló al poder en el territorio de los Pastunes.

La pregunta queda planteada, ¿Cuál será el papel del Talibán en el escenario internacional? Más cuando están de por medio los intereses de poderosos vecinos regionales y mundiales como China, Rusia o Irán.

Corolario: Pastunes 4 / Imperios 0.

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Para los grupos fundamentalistas la Ley Islámica y los textos conexos deben ser aplicados de forma taxativa. Es aquí donde podemos iniciar la discusión en torno al título de este acápite. El régimen Talibán entendido como un grupo fundamentalista, sunnita ortodoxo, leerá y aplicará las normas contenidas en la Sharía de forma tal que algunos grupos sociales quedarán en estado de vulnerabilidad, entre ellos las mujeres. Resguardadas bajo dos velos uno físico, la conocida burka, del que ya hemos leído y visto bastante en los medios, y otro invisible pero tangible, la disparidad en el acceso a oportunidades y autodeterminación. Segregadas al papel de la otredad, sujetas a los valores y convicciones impuestas por otro; otro que en este caso es un Estado confesional que impone reglas sobre el cuerpo, el conocimiento y el comportamiento, que no deja margen para el disenso por parte de aquellas que no estén de acuerdo con estas imposiciones. 

Valga en este punto hacer una aclaración sobre un lugar común que no solo peca de despectivo, sino que además muestra un total desconocimiento de los hechos. El régimen Talibán no impone un modelo medieval, dejemos de denostar contra este periodo. Para ese momento en la historia de la humanidad la civilización islámica se encontraba adelantada en la aplicación del derecho, la medicina, la arquitectura, la filosofía y las matemáticas entre otras ciencias frente a la Europa feudal. Podríamos decir que los bárbaros eran quienes vivían al norte del Mediterráneo. En los primeros años del islam las mujeres tenían derechos de propiedad, mercantiles y de desplazamiento, eso sí acordes con su situación económica. Seamos claros, no hay tal medioevo impuesto por los talibanes, hay un abuso de los cánones religiosos y políticos en detrimento de los Derechos Humanos.

De seguir con las medidas impuestas entre 1996 y 2001 Afganistán perderá un importante porcentaje de negocios, creatividad, desarrollo cultural y avances científicos, porcentaje que estando en cabeza y manos de las mujeres afganas resultará invisible por el velo del fanatismo y la intolerancia.

 

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Abierta a las invitaciones o disposiciones de EE.UU., su principal socio comercial, Colombia parece ser un lugar, no tenemos claro si de tránsito o permanente, de refugiados afganos.

 

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La imagen de Colombia como refugio para perseguidos internacionales le puede, si es bien manejada, dar algún lustre mundial. Recordemos que no sería la primera vez que tenemos una política de puertas abiertas, consecuencia de la Primera Guerra mundial cientos de ciudadanos del desparecido imperio Turco Otomano llegaron al país procedentes del Líbano, Jordania y Siria, trayendo iniciativas comerciales, proyectos culturales y futuros ciudadanos que aportaron al crecimiento nacional. Entonces no mirar con desconfianza al refugiado puede ser una contribución para quienes dejan su terruño.

Una invitación final, dos películas que permiten contextualizar el fenómeno analizado, Cuando Buda explotó por vergüenza de la directora Hana Makhmalbaf y una excepcional cinta de Nora Twomey El pan de la guerra.

 

César Dávila B.

Politólogo.

Docente Negocios Internacionales.

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