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Diakonía compartió con los niños y niñas durante la época de diciembre.

Un encuentro con Dios se puede dar de varias maneras: en un espacio íntimo, en silencio, confrontándonos a nosotros mismos y agradeciendo cada oportunidad en nuestra vida; en medio de la naturaleza, escuchando la melodía de las ramas de los árboles moviéndose al compás del aire y las aves cantando; o en un encuentro fraterno y cálido con otros, en comunidad y alegría entre otras formas. Sin duda alguna, cada una nos ofrece un momento especial con Dios.

Mi nombre es Alison Osorio, soy estudiante de Hotelería y Turismo y tuve la maravillosa oportunidad de vivir un encuentro que reuniera los tres aspectos: interioridad, contacto con el entorno y compartir con otros. Durante la época más alegre y sublime para mí, la Navidad; fui con el grupo de misioneros de la UNIAGUSTINIANA a Bocas del Pauto, Casanare, una zona un poco alejada y no muy accesible, sin importar eso, todos íbamos con el corazón lleno de alegría, con la esperanza de compartir nuestras sonrisas con los habitantes.

De Bogotá partimos el 14 de diciembre en la noche, llegando al otro día alrededor de las 10 de la mañana, tuvimos un recibimiento cálido por parte del Párroco Fray Darío y Fray Nelson.

Divididos en grupos pequeños, cada quien se dirigió a su respectivo lugar de Misión y del 15 al 23 de diciembre, se hicieron diferentes actividades con adultos y niños; cada día de la novena tenía un tema diferente y cada tema se trató con una actividad lúdica y una reflexión.

La zona de misión de mi compañero Fray Diego y yo, fue Bocas del Pauto, estuvimos hospedándonos en la casa cural, a solo unos pasos de la parroquia. Desde que llegamos comenzamos a planificar las actividades con los niños y las familias y el 16 de diciembre iniciamos muy contentos a las 5:00 a.m. con la eucaristía y la novena, a las 10:00 a.m. hacíamos un pequeño encuentro con padres de familia en el sector que le correspondía ese día, tocando el tema de la Familia; a las 3:00 p.m. era la actividad con los niños, había muchos niños, activos, alegres y eso me emocionaba mucho y finalmente a las 5:00 p.m. se hacía la novena con la Policía.

Cada día teníamos los mismos horarios, preparábamos las actividades y las hacíamos. Fui muy afortunada de compartir esta experiencia con Fray Diego, un hombre lleno de experiencias por contar, un gran ejemplo para mí y nuestro Director de espiritualidad.

Aprendí muchas cosas de él, tanto su fervoroso y alegre amor por lo que hace, como también su espontánea forma de ser, de ver la vida y de divertirse con los niños como un niño.

Me llevo una gran experiencia y aprendizaje, siempre he dicho que es mucho más lo que uno puede aprender de otro que lo que uno pretende enseñar o demostrar.

Volví a casa con un corazón renovado, rejuvenecido y con ganas de seguir apoyando todas las actividades de ESUNA y seguir formándome como profesional y como persona fortaleciendo mi espiritualidad.