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Hemos contemplado la misericordia de Dios a lo largo de nuestra historia de vida particular y comunitaria, es por eso que al llegar la fecha en la cual participamos activamente del signo de la ceniza, recordamos nuestra fragilidad humana y a su vez la posibilidad de incorporarnos y continuar con la esperanza de que la existencia cobra sentido en aquel que por amor dona su vida y nos hace partícipes de la eternidad bienaventurada.

Quisiera hacer especial énfasis en 3 aspectos que me parecen de suma importancia para la vivencia de este tiempo tan especial que nuestra liturgia nos ofrece y que iniciamos el próximo miércoles con la simbología de la ceniza. El primero de ellos hace referencia a la actitud que debe tener quien ha aceptado en mensaje de Cristo, esta no debe ser de tristeza, angustia, desesperanza sino por el contrario debe ser de regocijo, de alegría, de optimismo y sobre todo cargada de buenas obras, el papa Francisco nos recuerda que el gozo del cristiano brota de la escucha y de la aceptación de la Buena Noticia de la muerte y resurrección de Jesús: el kerigma (1 Cor, 1-21).

La urgencia de la conversión se manifiesta en la desviación y tergiversación de derechos como la vida y la libertad, cambiar el estado de vida desordenado exige un accionar libre desde el interior de la persona, he aquí la segunda invitación para esta Cuaresma. La conversión sólo se entiende si el hombre se permite vivir verdaderamente en el Espíritu y logra comprender que la libertad va más allá de actuar de determinadas maneras sino más específicamente en obrar el bien.

Finalmente, la tercera invitación consiste en dejarnos tocar por el amor desinteresado y así abrirle paso al resurgir del hombre pascual (1 Cor 5, 7-8) para que el hombre viejo no siga dominando nuestras vidas y continúe anquilosando nuestra posibilidad de servir. La Iglesia nos invita por medio del santo padre a rememorar que hoy sigue siendo importante entender que los hombres y las mujeres de buena voluntad deben compartir sus bienes con lo más necesitados mediante las ofrendas materiales y espirituales. Querida familia Uniagustiniana, la invitación es a ser testimonio, ejemplo de vida para quienes les ha correspondido compartir espacio y tiempo con nosotros, tenemos una oportunidad durante esta Cuaresma que por supuesto se extiende de manera obligada a los demás aconteceres diarios de la vida.