Pasar al contenido principal

No es casualidad que el reciente anuncio de Mark Zuckerberg sobre cambiarle el nombre a su compañía haya llegado en medio de la peor crisis reputacional de su historia. 

Este jueves, uno de los hombres más poderosos del planeta, anunció que Facebook como empresa dejará de existir, pues ahora todos sus esfuerzos se enfocarán en la evolución de la forma como interactuamos a través de internet. Con esto se refiere a un espacio más enfocado a la realidad virtual y aumentada, además de herramientas tecnológicas que soportarían este funcionamiento como las criptomonedas, algo a lo que él llama el “metaverso”.

Sin embargo, solo cambia el nombre de su emporio digital porque la red social continúa llamándose como siempre. Y es que Zuckerberg dice que todos estos movimientos los hace pensando en el futuro de su compañía, pero es inevitable no sospechar que se trata más de un tema del presente. No han pasado ni dos días desde que los ‘Facebook Papers’ explotaron en la cara de la organización y las explicaciones oficiales aún dejan mucho qué desear.

 

 

Facebook Papers


Pareciera que estamos viviendo un déjà vu, no es la primera vez que la compañía tecnológica enfrenta una crisis por la manera en la que maneja sus plataformas, basta con regresar al 2017 cuando Facebook estuvo en la palestra pública por los ataques étnicos contra los Rohingya en Myanmar, o un año después con el escándalo de Cambridge Analytica, sin dejar por fuera el papel que jugó durante el asalto al Capitolio en Estados Unidos en el 2020.

Y siempre el magnate logra caer parado, pero esta vez algo cambió y no fue precisamente el nombre de la compañía. Las revelaciones de más de 10.000 documentos que dejan al descubierto todo lo que está mal al interior de Facebook, son solo el abrebocas de un escándalo que justo cuando estaba en su punto más álgido, encontró un giro inesperado: Mark Zuckerberg le lanzó un salvavidas a Mark Zuckerberg y ‘Meta’ resultó ser la cortina de humo perfecta para desviar la atención global.


¿Una conversación enterrada?


Todos hemos escuchado en las últimas semanas a Frances Haugen, una exempleada de la corporación, que prendió el ventilador con información confidencial que deja ver cómo Facebook ha tolerado contenido potencialmente violento en su plataforma, así como discursos de odio en países en guerra, con el fin de seguir creciendo y llenándose los bolsillos. Aquí algunos ejemplos:


 - Difusión de información errónea: la denuncia apunta a que Facebook jugó un papel fundamental en el asalto al Capitolio el 6 de enero del 2020, pues hizo muy poco para detener la propagación del movimiento “Stop The Steal” e incluso fue a través de la plataforma que los supremacistas se organizaron para entrar sin mayor restricción.


 - Trata de personas: aunque la compañía marca y elimina perfiles que infrinjan las normas de la comunidad, hoy siguen existiendo en redes como Instagram, cuentas que ofrecen trabajadores domésticos para la venta sin que exista una regulación clara de los contenidos.


 - Cobertura: países como Myanmar, Afganistán, la India, Etiopía y gran parte de Medio Oriente, tienen baja cantidad de clasificadores de discursos de odio para algunos idiomas como el hindi o el bengalí, que son hablados por más de 600 millones de personas.


 - Incitación a la violencia: en países en riesgo de conflicto como Etiopia, los grupos armados utilizan Facebook para lanzarse contra las minorías étnicas en el marco de la guerra civil y los documentos revelan cómo las estrategias de mitigación no han sido suficientes.


 - Los adolescentes: una investigación interna de la misma compañía aseguró que plataformas como Facebook empeoran los problemas de imagen corporal en una de cada tres adolescentes, o Instagram aumenta los pensamientos de suicidio y autolesión o desencadena problemas de alimentación en los jóvenes.


 - El algoritmo: los documentos revelan que la red social sabe que entre más comentarios negativos existan en una publicación, es más probable que se haga clic en el enlace adjunto y por eso prefiere no intervenir, pues eso garantiza más tiempo de los usuarios en la plataforma.


Las aristas sobran y los archivos poco a poco van saliendo a la luz. Facebook dice que se trata de documentos sin contexto y seleccionados aleatoriamente para generar terror sin fundamento alguno. 

Lo cierto es que moderar contenido a escala global es prácticamente imposible, empezando por definir cuál es la vara para medir el discurso de odio o las fake news, o la manera en la que el asunto termina quedando en manos de máquinas porque manualmente se sale de control; sin embargo, estamos hablando de que está en juego la supervivencia de grupos étnicos, minorías y adolescentes, algo que no pareciera interesar mucho en la actualidad, porque el mundo ahora solo tiene ojos para ‘Meta’.