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Poder ser testigo de un acontecimiento eclesial como lo fue el Sínodo de la Amazonía (octubre de 2019), representa un hito en mi vida como teólogo. Además, poder realizarlo en Roma, en una ciudad que en todo momento me evocaba la memoria de los protomártires y mártires del cristianismo primitivo, convirtió la ocasión en una experiencia teologal.

Por: Vicente Valenzuela Osorio / Doctor en Teología / Investigador del programa de Teología
Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y Educación

¡Gracias a la Uniagustianiana en sus dependencias de Investigación, de la ORI y del programa de Teología por hacer viable el viaje! Mi actividad en Roma consistió en realizar entrevistas a algunos y algunas participantes de Sínodo y también a teólogos-as que prestaban su servicio de asesoría. Me pude encontrar, entre otras personas (se haría un relato largo mencionarlas a todas ellas), con María Luisa Bersoza, una religiosa española que me presentó el padre Ignacio Madera. Ella era consultora de la Secretaría General del Sínodo, y con algunos reporteros expertos en asuntos católicos, de Chile, Argentina e Italia; también pude conversar con el obispo de Georgetown, Guyana, Mons. Francis Alleyne OSB; con Mons. José María Chaves Dos Reis de Abaetetuba; con la religiosa asesora sor Mary Jhon OSB, y con el teólogo venezolano Rafael Luciani. 

En cada caso fue enriquecedor. Lo que pude constatar de estas charlas fue que el Sínodo tenía presente siempre la esperanza de muchos pueblos indígenas y de misioneros-as acerca del cuidado de la vida, del territorio, del agua. Veían esa ocasión como un kairós o tiempo de Dios para la Iglesia en la Amazonía, pero también, para la Iglesia en general, pues presentían una nueva primavera eclesial (como representó en su tiempo el Vaticano II). También me percaté de que el Sínodo no se estaba deteniendo en las implicaciones teológicas fundamentales de algunas de sus comprensiones sobre lo auténticamente intercultural y el presupuesto de una cristología inclusiva, lo ancestral en la sacramentología, la revelación, y otros asuntos, sino que presuponía estos asuntos y construía a partir de allí. Esto estaba en consonancia con el llamado del papa Francisco a hacer del Sínodo una ocasión para reflexionar lo pastoral, social, cultural y ecológico. Estaba bien claro que la centralidad era darle viabilidad práctica a la defensa de la vida en la Amazonía y que este propósito amazonizara a la Iglesia y al mundo en general (aunque se corría el riesgo de que la mediatización de los medios de comunicación desviara este interés principal del Sínodo, únicamente, aunque también importante, hacia el tema de la ordenación de casados y el diaconado de las mujeres). 

Vicente Valenzuela Osorio / Doctor en Teología / Investigador del programa de Teología

Además de estos asuntos, quisiera mencionar el mayor logro de mi estadía en Roma. Me acogieron en su hospedería los padres claretianos del Institutum Iuridicum, a quienes agradezco mucho por su amabilidad y calor humano. Allí, además de sumergirme en el famoso archivo y biblioteca jurídica del Instituto donde me permitieron leer algunos incunables salidos de la imprenta de Gutenberg, pude establecer amistad con el doctor en Derecho canónico, el padre Manuel Jesús Arroba Conde quien es asesor pontificio en asuntos jurídicos y también es profesor del lateranense y director de la Rota de Madrid. Pudimos dialogar sobre los aspectos canónicos del Sínodo de la Amazonía, sobre las dificultades de postular un rito amazónico, y, sobre la viabilidad de hablar mejor de un ordinariato para la Amazonía. Cada una de estas figuras canónicas tienen su propia razón de ser e implicaciones sobre el modo de comprender la misión, el derecho y la Iglesia. También me compartía sus puntos de vista sobre el documento final del Sínodo ya que él era un asesor canónico del mismo. Junto a lo anterior, fue una inmensa ganancia la oportunidad de recibir de una fuente directa los progresos y materiales que se están llevando a cabo sobre la nueva disciplina llamada teología del derecho canónico. Ella trata de dilucidar el aspecto sistemático del derecho canónico dentro de la teología en su unidad. De esta manera pude tener una visión más completa de la teología en su unidad. Ya había estado reflexionando para la línea de investigación de nuestro programa de teología en la Uniagustiniana el concepto de teología sistemática como sinónimo de toda la teología. Para ello ya había dilucidado el aspecto sistemático de la teología fundamental, de la dogmática, de la moral, de la Biblia, de la historia, y de los métodos en teología. Pero no había podido acercarme al derecho canónico dada la dificultad y especificidad de su saber. Así que ese magnífico encuentro me permitió tener el material que me hacía falta para la línea de investigación de nuestro programa, llamada “teología sistemática y visiones de mundo”. 

Vicente Valenzuela Osorio / Doctor en Teología / Investigador del programa de Teología

Así pues, la estadía en Roma fue una ocasión para darle continuidad a mi investigación sobre la Amazonía y también a mi trabajo sobre la construcción de la línea de investigación del programa. Reitero mi gratitud a la Uniagustiniana por hacer posible esta estadía en donde pude aprender de otras personas y también compartir mis avances académicos y publicaciones con pares de universidades de Europa. No sobra decir que también fue una oportunidad única para renovar mi relación con el cristianismo primitivo, orar en los lugares por donde habían pasado los mártires cristianos perseguidos desde Nerón, y, cabe decirlo también, para hacer un poco de recorrido cultural por la historia del arte greco-romano antiguo e italiano del renacimiento. 
 

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