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¿La pena de muerte previene los delitos? ¿Les sirve a las víctimas para obtener justicia? Dos preguntas fundamentales en el marco de este día que desde el año 2003 unifica los esfuerzos para promover la abolición universal de la pena capital, fomentando y consolidando una conciencia política alrededor de esta práctica cruel, inhumana y degradante. 

Y es que la pena de muerte contradice el derecho a la vida y a no ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, según explica la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. ¿Entonces por qué sigue existiendo actualmente en varios países del mundo?

Aunque hoy el planeta entero avanza hacia la abolición, el 2021 tuvo lugar a un aumento de las ejecuciones y condenas a muerte: en 56 países se dictaron 2.052 sentencias a muerte y al menos 579 personas fueron ejecutadas en todo el mundo. 

¿Previene la pena de muerte la delincuencia? 

A partir de información suministrada por Amnistía Internacional y de acuerdo con las investigaciones realizadas por expertos, la respuesta es no.  No existen pruebas concluyentes de que la pena de muerte disuada de cometer delitos de forma más eficaz que simplemente la pena de cárcel. De hecho, en los países en los que se ha prohibido la pena de muerte no han aumentado las cifras relativas a la delincuencia. En algunos casos, la realidad es que han disminuido. En Canadá, por ejemplo, la tasa de asesinatos en 2008 fue inferior a la mitad de la de 1976, cuando se abolió la pena de muerte en el país.

¿Qué pasa con las familias de las víctimas y los victimarios?

Las personas que han perdido a seres queridos en crímenes terribles tienen derecho a ver a la persona responsable rendir cuentas en un juicio justo sin recurso a la pena de muerte. Al oponerse a esta práctica, no se intenta minimizar o aceptar la delincuencia, pero como han dicho muchas familias que han perdido a seres queridos, la pena de muerte no puede verdaderamente aliviar su sufrimiento, simplemente extiende ese sufrimiento a la familia de la persona condenada, según explica Amnistía Internacional.

“El ojo por ojo”

Todos tenemos derechos humanos. No se puede privar a nadie de los mismos, independientemente del delito que haya cometido, estos son válidos para las mejores personas y también para las peores. Una ejecución o la amenaza de una ejecución, causa un maltrato físico y psicológico, entonces una sociedad que ejecuta a delincuentes está cometiendo la misma violencia que condena.

¿Existe una forma humana de ejecutar a una persona?

Todas las formas de ejecución son inhumanas. Con frecuencia se defiende que la inyección letal es un método más humano porque al menos superficialmente parece menos cruel y salvaje que otras formas de ejecución como la decapitación, la silla eléctrica, la cámara de gas o el ahorcamiento, pero la búsqueda de una forma “humana” de matar a una persona debería verse como realmente es: un intento de hacer que las ejecuciones sean más aceptables para el público en cuyo nombre se realizan y que los gobiernos que las ejecutan parezcan menos asesinos.

Panorama mundial 

Aparte de ser contraria a los derechos humanos, la pena de muerte es irreversible y las autoridades de algunos países la utilizan para castigar opositores políticos; además, con ella se comenten errores: en Estados Unidos desde 1976, 150 condenados a muerte han sido absueltos, en varios de esos casos esa absolución llegó cuando ya habían sido ejecutados. 

Algunos de los países que siguen utilizando esta práctica tienen sistemas judiciales injustos en los que se ejecutan a los presos a partir de confesiones que fueron obtenidas mediante tortura previa, según explica Amnistía. Esto sin contar con que las personas pobres o pertenecientes a una minoría racial, étnica o religiosa, tienen más probabilidad que el resto de las personas a ser condenados a esta pena, sin tener los recursos legales para defenderse. 

La evolución mundial de la pena de muerte en los últimos años confirma que el mundo avanza de forma continuada hacia su abolición. Cuando Amnistía Internacional comenzó su campaña global contra la pena de muerte en 1977, la pena capital estaba abolida solo en 16 países. Al terminar 2021, 108 países habían abolido la pena de muerte para todos los delitos y 144 países lo habían hecho en la ley o en la práctica.

América Latina ha consolidado su rechazo hacia la pena de muerte, prueba de esto es que Venezuela se convirtió en la primera nación del mundo en abolir la pena capital en 1864 y en la actualidad 19 países la han prohibido totalmente, la última ejecución de la región fue en Cuba en el año 2000.

Con información de: Amnistía Internacional