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Como su nombre lo dice esta experiencia fue todo un reto para mí y superó todas mis expectativas.

Cuando vi la publicación en redes sociales me llamó mucho la atención porque sabía que el Reto Aventura era un viaje personal de autodescubrimiento y conexión interna, entonces pensé que esto me iba a ayudar mucho en un proceso que estoy llevando hace diez años y que a veces creo superar pero en el cual he teniendo recaídas muy fuertes con el tema espiritual y emocional, sin duda esto sería una nueva oportunidad.

 

Grupo de participantes en el Reto Aventura

 

Desde el momento que supe que iba acampar ya sabía que era algo totalmente nuevo, el hecho de salir de las comodidades que siempre tenemos a nuestro alrededor nos hace reflexionar que no siempre las cosas son como uno las quiere, que puede haber situaciones que aparecen en nuestras vidas, unas buenas y otras no tanto pero siempre para un propósito, una enseñanza o para hacernos más fuertes.

Desde que subí al bus empezó el reto para mí porque había tres personas que nos dirigían y esto es algo a lo que ya no estoy acostumbrada porque desde mis 16 me independicé y en mi trabajo soy jefe, entonces que alguien me dirigiera fue nuevo pero lo tome con buena actitud y disposición. Siento que por medio de esto Dios me recordó que no debemos perder la humildad, así tengamos cierto poder en áreas de nuestras vidas. 

 

Los asistentes trabajando juntos

 

Luego llegamos a la finca a trabajar en equipo y realizar actividades en grupo que nos permitieron estar pendientes de quienes estaban a nuestro alrededor para que todo funcionara de la manera adecuada y que fuéramos un engranaje.

Alexa, Cristian y Kevin, los líderes del reto, nos explicaban los ejercicios y luego de realizarlos nos preguntaban qué habíamos aprendido de ellos, para mí los mayores aprendizajes fueron encontrarme conmigo misma y sanar pues diario nos cargamos con tantas cosas y nos tomamos todo personal, lo que no debería ser así.

La fogata fue algo demasiado especial porque hay temas que no me gusta hablar con nadie, solo con Dios y sentía temor de que me preguntaran y tuviera que participar pero cuando Alexa me dijo: ¿qué foto trajiste y por qué? se me hizo nudo en la garganta porque era hablar con 23 personas sobre algo que jamás había podido desahogar.

Ese momento fue sanador, pude agradecer aún más a Dios y darme cuenta que por más fuerte que sea el caparazón que quiera armar, tengo sensibilidad y que es normal sentirnos débiles en algunos momentos.

La actividad del domingo fue muy importante, me ayudó a pensar en mí porque siempre me he preocupado por ver a las demás personas felices por encima de mi felicidad, me desconecté del mundo y esto me hizo pensar qué cosas debía cambiar en mi vida personal y profesional, pues desde hace unos 11 años me he enfocado en cosas del exterior pero no había sacado el tiempo para pensar en mi espíritu.

Por ejemplo, el estar en silencio fue una actividad impresionante porque no soy así, entonces significó un reto. Por otro lado, el salir a caminar en medio de la naturaleza me permitió reflexionar sobre mi vida, mi cotidianidad y entender que muchas veces uno se limita mentalmente y que en realidad somos capaces de muchas cosas, además pude contemplar la belleza de la naturaleza, respirar profundo y agradecer.

 

En medio de la naturaleza
Fue todo un reto y una gran aventura encontrarme con algo más grande que yo.

 

  >> Por Emilcen Ramírez Cortés, estudiante de Contaduría Pública